sábado, 27 de abril de 2019

EL DUELO

"El duelo es un acto íntimo, de reconocimiento y amor hacia la persona que se ha marchado"

Podemos definir el duelo como la reacción psicológica que surge ante una pérdida. Es el dolor emocional que aparece tras haber perdido algo o a alguien significativo en nuestras vidas. Tiene componentes de carácter fisiológico, social y sobre todo emocional.

La muerte y la pérdida de un ser querido son un proceso muy duro por el que todos hemos pasado o pasaremos en algún momento. No todas las personas cuentan con los mismos recursos o herramientas para hacerle frente y en ocasiones se vuelve crónico y se convierte en un problema serio. Cada pérdida implica un sufrimiento que debe ser tramitado y superado.


FUNCIONES DEL DUELO

La primera función es reconocer que la pérdida ha existido, ya que en un primer momento aparece la negación. Al negar la pérdida nos resistimos a empezar el duelo. Si esta negación se perpetúa, no empieza el proceso de duelo.

La segunda función es reconocer que eso tan importante que se ha marchado ha existido. El duelo sirve para limpiar el recuerdo de lo perdido. La negación puede dar lugar a la culpa y se irán acumulando más sentimientos negativos e incluso odio y rencor hacia uno mismo.

La tercera función es la elaboración de la historia. Nos deja un espacio para poner unas últimas frases y empezar un nuevo capítulo. En muchos casos también atrae la atención de los demás, propiciando la empatía, la escucha activa y el acompañamiento. La sensación de abandono se equilibra con los sentimientos de acogida de quienes nos rodean.



TIPOS DE DUELO

  1. Duelo anticipatorio. Tiene lugar cuando se tiene conciencia de que se sufrirá una pérdida inminente que no se ha producido todavía (por ejemplo, cuando se prepara un divorcio, enfermedad terminal, eutanasia...). En este caso se produce tristeza, pero también una adaptación más o menos inconsciente a la nueva situación. En este caso los sentimientos suelen ser ambivalentes e inestables: quieren sentir por última vez la presencia de esa persona pero a la vez temen el apego que esto les genera.
  2. Duelo ausente. Quien se encuentra afectado bloquea sus sentimientos. Pretende actuar como si no hubiera sucedido nada y se vuelve hermético al tema. Incluso, en caso de mencionarlo, no le da más valor que a cualquier otro asunto. Opta por un mecanismo de negación. El impacto es tan fuerte que no se siente con fuerzas para afrontarlo. El problema es que el dolor oculto siempre aparece, ya sea en forma de irritabilidad, ansiedad, enfermedad física, etc.
  3. Duelo crónico. Cuando no se logra superar la pérdida de un ser querido. Hay una resistencia a aceptar lo ocurrido y un enfoque obsesivo en mantener vivo el recuerdo de esa persona. Termina paralizando su vida y manteniendo constantemente una postura de dolor. Las personas con tendencia depresiva son más propensas a instalarse en este tipo de duelo y lo convierten en su modo de vida. En él priman la ansiedad, la tristeza y la culpa, así como la sensación de impotencia y desilusión. Este tipo de duelo requiere ayuda profesional.
  4. Duelo retardado. Es un efecto del duelo ausente. Aunque al principio la persona pretenda ignorar su dolor, pasado un tiempo emerge con fuerza y quizá en el momento más inesperado. Puede aparecer incluso varios años después de que se inicie el duelo. Se da también en el caso de que una persona no pueda experimentar el duelo en el momento en que se produce la pérdida debido a condiciones especiales como una situación familiar apremiante o una compromiso laboral exigente.
  5. Duelo inhibido. Lo suelen experimentar aquellos que tienen dificultad para expresar sus sentimientos. Se puede dar en niños que no son capaces de expresar con palabras lo que sienten, en personas con discapacidad cognitiva, en situaciones en las que el padre o la madre intentan mantenerse fuertes para no afectar a sus hijos o en personas muy reservadas que no tienen la oportunidad de hablar acerca de lo que sienten. En cualquier caso, la inhibición se traduce en obsesiones, depresión, ansiedad, etc.
  6. Duelo desautorizado. Hay un rechazo del entorno hacia el dolor que experimenta una persona. Tarde o temprano, los demás intentan desautorizar el duelo en algún punto porque, para quien no experimenta el sufrimiento, lo que debe hacer quien sufre un duelo es dejar ir a quien se fue y seguir con su vida. En algunas situaciones, el duelo se desautoriza desde el principio como por ejemplo: en una relación extra matrimonial el amante no tendrá derecho a expresar su pérdida o incluso ante la muerte de una mascota habrá quien tienda a descalificar este sufrimiento.

FASES DEL DUELO

  • Negación. Negar la realidad permite amortiguar el golpe y aplazar el dolor. Tiene su utilidad para nuestro organismo, ya que ayuda a que el cambio de estado de ánimo no sea tan brusco. La negación puede ser implícita si nos comportamos como si fuese una ficción transitoria, un papel que nos ha tocado vivir o puede ser explícita si se niega de manera directa la posibilidad de que se haya producido la muerte. La negación no se puede mantener de manera indefinida porque choca con la realidad que aún no se ha llegado a aceptar del todo, así que terminamos abandonando esta etapa.
  • Ira. La rabia y el resentimiento son fruto de la frustración que produce saber que se ha producido la muerte y que no se puede hacer nada para arreglar o revertir la situación. La muerte es percibida como el resultado de una decisión y se buscan culpables. Esta fase de la crisis es la disrupción, es decir, el choque de dos ideas:  la vida es lo deseable y la muerte es inevitable. La carga emocional en esta etapa es muy fuerte y es fácil que se produzcan estallidos de ira proyectados en todas las direcciones, ya que no se encuentra una solución ni a nadie a quien responsabilizar. Una parte de nosotros sabe que es injusto, pero la rabia se dirige hacia personas que no tienen culpa de nada o incluso hacia animales y objetos.
  • Negociación. Se puede producir antes o después de que se produzca la muerte. Fantaseamos con la idea de revertir el proceso y buscamos estrategias para hacer que esto sea posible. El dolor se alivia imaginando que hemos retrocedido en el tiempo y que no hay ninguna vida en peligro. Esta etapa es breve porque tampoco encaja con la realidad y, además, es agotador estar pensando en soluciones continuamente.
  • Depresión. No es la depresión como trastorno mental, sino un conjunto de síntomas similares. Dejamos de fantasear con realidades paralelas y volvemos al presente con una profunda sensación de vacío porque el ser querido ya no está. Aparece una tristeza fuerte que no se puede aliviar con excusas ni mediante la imaginación. Esto nos lleva a una crisis existencial porque somos conscientes de la irreversibilidad de la muerte y la falta de incentivos para seguir viviendo una realidad en la que esa persona ya no está. Ahora tenemos que aprender a aceptar que esa persona se ha ido y empezar a vivir una realidad definida por esa ausencia. En esta etapa es normal el aislamiento y que notemos más cansancio, ya que somos incapaces de aceptar la idea de que vayamos a salir de ese estado de tristeza y melancolía.
  • Aceptación. Aceptamos la ausencia de un ser querido cuando aprendemos a seguir viviendo en un mundo en el que ya no está y aceptamos que ese sentimiento de superación está bien. La huella del dolor emocional del duelo se va extinguiendo con el tiempo y es necesario reorganizar activamente las propias ideas que conforman nuestro esquema mental. No es una etapa feliz. Al principio se caracteriza más bien por la falta de sentimientos intensos y por el cansancio. Poco a poco va volviendo la capacidad para experimentar alegría y placer y, a partir de entonces, las cosas vuelven a la normalidad.

DUELO PATOLÓGICO

Cuando las reacciones emocionales son muy intensas, hacen difícil seguir con la vida diaria y duran más de un año, podemos hablar de duelo patológico. En este caso pueden aparecer síntomas muy poco habituales como alucinaciones (visiones o voces de la persona que ya no está) o ideas suicidas junto a otros como desesperación extrema, inquietud o depresión prolongadas, síntomas físicos (pérdida de peso, sensación de tener clavado un cuchillo en el pecho, etc), ira descontrolada o abuso de sustancias. Este proceso puede complicarse con otras conductas como aislamiento social, descuido personal o consumo de sustancias. En este caso hay que plantearse buscar ayuda profesional y acudir a una terapia de duelo.


FACTORES QUE AFECTAN A LA DURACIÓN DEL DUELO

  • Relación con la persona ausente. Cuanto más cercana, más largo será el duelo.
  • Trauma que haya supuesto la pérdida: se supera más fácilmente la muerte de una persona enferma que un accidente repentino.
  • Voluntad para superar el duelo. Depende de nosotros mismos.
  • Asuntos pendientes con esa persona. 
Nuestra mente se sentirá un poco más aliviada tras el primer año, pero eso no quiere decir que no haya momentos importantes (Navidad, cumpleaños, día del padre o de la madre, fechas especiales...) en las que esa ausencia será más marcada.

Lo que parece un final no siempre lo es realmente. En ocasiones puede esconder nuevos comienzos y oportunidades o diferentes formas de relacionarnos con las personas que se han ido.










martes, 23 de abril de 2019

TRASTORNO FACTICIO O EL ENFERMO IMAGINARIO

"El enfermo imaginario finge síntomas con el fin de asumir el rol de enfermo"

En el trastorno facticio, el paciente, de manera consciente y deliberada, actúa como si tuviera una enfermedad física o mental pero en realidad está fingiendo o se la produce intencionalmente. Crean y exageran la sintomatología de una enfermedad de diferentes maneras. Pueden mentir sobre sus síntomas, hacerse daño para crear síntomas visibles o alterar pruebas médicas (como pueden ser muestras de orina) para que parezca que realmente están enfermos. Incluso son capaces de pasar por dolorosos test u operaciones de riesgo para obtener la simpatía de quienes le prestan atención a quienes sí están enfermos.

El paciente que finge estos síntomas no busca obtener beneficios, existe una total ausencia de incentivos. En la simulación también se provocan síntomas de manera intencionada pero con el fin de obtener beneficios.

Por definición, el diagnóstico de trastorno facticio implica siempre un determinado grado de psicopatología porque algo no anda bien en su mente. La presencia de síntomas facticios no excluye la existencia de otros síntomas físicos o psicológicos reales. Este comportamiento se considera trastorno porque está asociado a dificultades emocionales graves. Esta psicopatología suele estar asociada a otros problemas mentales como pueden ser los trastornos de personalidad. Quienes lo sufren saben que causan sus síntomas o enfermedades pero es posible que no entiendan las razones de su conducta o que no reconozcan que tienen un problema.

Es un trastorno difícil de identificar y de tratar. La ayuda médica y psiquiátrica es fundamental para prevenir lesiones graves e incluso la muerte por las autolesiones.


CAUSAS
  • Historial médico dramático pero inconsistente.
  • Hospitalizaciones frecuentes.
  • Síntomas poco claros y contradictorios que no son controlables y que se vuelven más graves o empeoran sin razón aparente una vez empezado el tratamiento.
  • Recaídas predecibles tras la mejora de la enfermedad.
  • Presencia de múltiples cicatrices.
  • Aparición de síntomas nuevos o adicionales tras los resultados negativos de una prueba médica o psicológica.
  • Presencia de síntomas solo cuando están siendo observados o cuando están con otras personas.
  • Deseo de realizar pruebas u operaciones de riesgo.
  • Resistencia a permitir que los profesionales de la salud puedan hablar con miembros de la familia, amigos y médicos previos.
  • Buscar atención de muchos médicos u hospitales diferentes usando incluso un nombre falso.
  • Amplios conocimientos de términos médicos y enfermedades.
  • Recibir pocas visitas durante la hospitalización.
  • Discusiones con los médicos y el personal.

SÍNTOMAS
  • Exageración de los síntomas existentes. En ocasiones hay una afección médica o psicológica real, pero ellos tienden a exagerar los síntomas para parecer más enfermos o afectados de lo que realmente están.
  • Inventar historias. Pueden proporcionar una historia clínica falsa a sus seres queridos, a los profesionales de la salud o a los grupos de apoyo. Pueden falsificar expedientes médicos.
  • Simular síntomas, como dolor de estómago, convulsiones o pérdida de conocimiento.
  • Causarse daños o lesiones. Se pueden autolesionar, por ejemplo, inyectándose bacterias, leche, gasolina o heces. Pueden lesionarse, cortarse o quemarse intencionalmente. Pueden tomar medicamentos para simular enfermedades. Pueden interferir en la cicatrización de heridas reabriendo o infectando los cortes.
  • Adulteración. Pueden manipular instrumentos médicos para distorsionar los resultados (por ejemplo, calentar termómetros) o pueden adulterar los análisis de laboratorio (contaminando muestras de sangre, orina u otras sustancias).

CRITERIOS CLÍNICOS Y CLASIFICACIÓN DE SUBTIPOS
  • Fingimiento o producción intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos.
  • El sujeto busca asumir el papel de enfermo
  • Ausencia de incentivos externos para el comportamiento (ganancia económica, evitar responsabilidad legal o mejorar el bienestar físico, como ocurre en la simulación)

Clasificación de trastornos facticios:
  1. Trastorno facticio con predominio de síntomas psicológicos. Imitan los síntomas típicos del trastorno esquizofrénico. Suelen simular confusión, hacer declaraciones absurdas y afirman tener alucinaciones o delirios.
  2. Trastorno facticio con predominio de síntomas físicos. Suelen tener síntomas relacionados con una enfermedad física como pueden ser dolor de pecho, problemas de estómago o fiebre. Este trastorno se conoce también como Síndrome de Munchausen.
  3. Trastorno facticio con síntomas psicológicos y físicos, ya que afirman tener ambas enfermedades.
  4. Trastorno facticio no especificado. Este tipo incluye el llamado trastorno facticio por poderes, también conocido como Síndrome de Munchausen por poderes. Se inventan los síntomas de la enfermedad en otra persona bajo su cuidado. Ocurre con mayor frecuencia en las madres (aunque puede ocurrir en padres) que intencionalmente dañan a sus hijos con el fin de recibir atención.

CURSO Y EVOLUCIÓN

Suele ser de episodios intermitentes y rara vez se presenta un episodio único o la enfermedad crónica no remite. Su comienzo tiene lugar en los primeros años de la edad adulta. A menudo coincide con una hospitalización por una enfermedad física identificable o algún trastorno mental.

En su forma crónica, las sucesivas hospitalizaciones se transforman casi en un estilo de vida. Su diagnóstico suele ser tardío porque no se obtienen beneficios por desempeñar el papel de enfermo.


TRATAMIENTO

Las personas que sufren trastorno facticio pueden ser conscientes del riesgo de lesiones o muerte como resultado del daño que se causan a sí mismas o del tratamiento que solicitan, pero no pueden controlar su conducta y es poco probable que busquen ayuda. Con frecuencia niegan el problema y rehúsan recibir ayuda.

El principal objetivo es modificar el comportamiento del paciente y eliminar o reducir el mal uso de los recursos médicos. En el caso del trastorno facticio por poderes, el principal objetivo es la protección de las víctimas potenciales. 

Una vez cumplidos estos objetivos, el siguiente paso es entender los motivos psicológicos que provocan ese comportamiento. La terapia cognitivo-conductual es el tratamiento adecuado, ya que actúa sobre el pensamiento y la conducta del paciente.

La terapia familiar puede ser de utilidad para que los miembros de la familia no premien comportamientos perjudiciales. La familia debe evitar la ira, los juicios de valor y las confrontaciones. Deben darle apoyo y afecto y enfocarse en reforzar y alentar actividades más saludables y productivas en lugar de enfocarse en las creencias y conductas disfuncionales. 

En los casos más graves, se administran fármacos antidepresivos y ansiolíticos.






viernes, 19 de abril de 2019

SÍNDROME DEL PENSAMIENTO ACELERADO

"El mal del siglo XXI"


El psiquiatra brasileño Augusto Cury, tras 25 años de carrera, ha descubierto lo que él mismo ha bautizado como síndrome del pensamiento acelerado (SPA). Este mal tiene mucho que ver con la era digital. Es un tipo de ansiedad cuya característica principal es el exceso de información, de actividad, de preocupaciones y de presiones sociales que pueden acelerar la mente con una intensidad nunca vista anteriormente. El exceso de información y la intoxicación digital a que estamos sometidos hacen que el "gatillo" de la memoria se dispare y se abra un gran número de ventanas en el archivo de los recuerdos, sin anclarse en ninguna, haciendo que se pierda el foco y la concentración. 


CARACTERÍSTICAS

  • Tenemos una velocidad enorme de pensamientos, la mayor parte inútiles. Somos capaces de leer una página de un libro y no recordar nada.
  • Trastornos emocionales.
  • Baja tolerancia al estrés
  • Repetición de errores.
  • Infantilización de las emociones.
  • Fatiga excesiva.
  • Aburrimiento.
  • Dificultad para aguantar la soledad creativa.


DIFERENCIA CON OTROS TIPOS DE ANSIEDAD

La ansiedad generalizada, el ataque de pánico, el trastorno obsesivo-compulsivo, el sindrome de burnout o el estrés postraumático, surgen desde conflictos, pérdidas, crisis, abusos o frustraciones. En cambio, la ansiedad del SPA no procede de traumas previos, sino del estilo de vida actual, estresante y agitado,  Cury sostiene que millones de niños, adolescentes y adultos, a causa de la intoxicación digital actual, construyen pensamientos y emociones de manera exagerada, sin necesidad de traumas. 


SÍNTOMAS

  • Falta de sueño.
  • Dificultad para conciliar el sueño.
  • Despertar cansado.
  • Nudos en la garganta.
  • Trastornos gastrointestinales.
  • Aumento de la presión arterial.
  • Si aparecen dolores de cabeza o musculares, puede ser un indicador de que el cerebro está agotado por el exceso de pensamientos y preocupaciones.
  • Irritabilidad.
  • Mayor dificultad para manejar la frustración.
  • Dificultad para vivir con personas más lentas.
  • Falta de concentración.
  • Déficit de memoria (en personas jóvenes es común que no puedan recordar datos como nombres o citas).

Cury considera que es el mal del siglo porque afecta a personas de todas las culturas y edades. Entre un 70 y un 80% de los seres humanos presentan manifestaciones del SPA, siendo peor incluso que la depresión. 








martes, 16 de abril de 2019

PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES (PAS)

"Cuando la hipersensibilidad puede ser un don o una maldición"

Un porcentaje de población está afectado en mayor medida por diferentes estímulos a los que reaccionan de manera más exagerada. Poseen una facultad o percepción interna que les hace mantenerse en estado de alerta de todo lo que ocurre a su alrededor. Poseen un sistema nervioso más sensible y perciben con mayor intensidad los cambios y detalles del entorno. Un exceso de estimulación los perturba profundamente.


CARACTERÍSTICAS

A nivel fisiológico, los bebés PAS tienen un ritmo cardíaco más elevado y, en caso de someterlos a estrés, sus pupilas se dilatan antes y sus cuerdas vocales se tensan con más rapidez emitiendo sonidos más agudos. A nivel cerebral poseen mayor activación del hemisferio derecho (el hemisferio emocional) y sus niveles de cortisol y norepinefrina (hormonas responsables de estrés y ansiedad)  son más elevados.

Las PAS empiezan a mostrar indicios de una sensibilidad diferente desde el momento del nacimiento. A los bebés les cuesta más dormir, les afecta estar rodeados de mucha estimulación (ruido, luz, gente...), suelen tener más miedos a medida que van creciendo y se suele apreciar en ellos una gran creatividad e intuición. Son niños muy empáticos con el sufrimiento de los demás, educados, amables y considerados.

Son personas sensibles e introvertidas, conscientes de que el entorno que les rodea les resulta más complicado y difícil que a los demás y puede que les molesten las luces brillantes de un semáforo o les depriman unas escaleras de caracol. Pero lo que más afecta a sus sentidos es la forma de ser habitual de la gente, interpretando a la mayor parte de su entorno como hombres y mujeres carentes de sensibilidad, superficiales e indiferentes. Sus principales características son:
  • Sienten con mayor intensidad.
  • Captan minuciosamente la realidad con mayor intuición. Poseen gran capacidad de observación y se fijan en todos los detalles.
  • Tienen más facilidad para sentirse cansados y agobiados ante el exceso de estímulos.
  • Poseen gran empatía y son capaces de ponerse en el lugar de los otros, preocupándose mucho por ellos. Se emocionan con facilidad.
  • Existe un componente de timidez.
  • Suelen medirse más y ser más cautelosos a la hora de enfrentarse a una situación o a un reto. Necesitan mucha seguridad antes de tomar una decisión o embarcarse en un proyecto, así que previamente necesitan recabar muchos datos y toman la decisión tras un meticuloso análisis.
  • Procesan la información con mucha sutileza y profundidad. Son perfeccionistas, ya que sobrevaloran los detalles.
  • Valoran mucho la educación y son especialmente cuidadosos.
  • Son más sensibles a las críticas y les cuesta aceptar que les digan cosas negativas.
  • Captan con mayor intensidad matices, ruidos, olores, temperaturas...
  • Existe tanto en hombres como en mujeres, si bien parece ser más frecuente en mujeres aunque en los últimos años esta sintomatología ha aumentado en hombres que, en muchas ocasiones, no saben cómo adaptarse a esta sensación.
  • Algunos desarrollan con más frecuencia ansiedad o depresión por ser más vulnerables tanto al mundo exterior como al interior.



RASGOS DISTINTIVOS

Las personas altamente sensibles suelen encajar en un determinado perfil: personas dotadas de intución y gran empatía, les gusta la soledad y a la vez demuestran una conexión emocional enorme con los demás. La timidez es un recurso en su relación social al igual que su altísima capacidad para percibir cualquier muestra de belleza.

Toleran con dificultad ciertos estímulos (sonoros, auditivos, olfativos) que al resto de las personas les pueden resultar imperceptibles, como luces y ruidos estridentes, olores poco agradables, el caos, el desorden. Las situaciones que implican cambios, hablar en público, sentirse observados... hacen despertar su sensibilidad y restan capacidad para pensar.

Lo más llamativo en PAS es que tienen una percepción aguda de todo aquello que a los demás les parece sutil. Se dan cuenta en todo momento de si alguien miente o si les están ocultado algo, de un cambio en las emociones o de pequeños detalles del comportamiento que cualquier otro pasaría por alto.

En caso de convivir en una sociedad que valora y premia la dureza, la extroversión, la contención de emociones frágiles y delicadas, es posible que se sientan incomprendidos, menospreciados y diferentes, sin llegar a encajar con quienes les rodean.

Estas personas tienen que aprender a adaptarse, conocer los sitios que les limitan más o el tipo de ambientes que tienden a bloquearles. En el caso de los hijos, hay que aprender cómo tratarlos sin un exceso de sobreprotección pero entendiendo sus reacciones desmedidas ante algunas circunstancias.


NO ES UNA PATOLOGÍA

Ser tan sensible no es una patología, ni un don ni una maldición. Es un desafío porque cada vez hay más personas sensibles que se agrupan para ser entendidas y valoradas y es un regalo por poseer el privilegio de ofrecer sentimientos de ternura, cariño, comprensión, etc sin que los demás sepan en ocasiones que están necesitados de ello. 

Su sistema nervioso suele estar bastante acelerado y es por ello importante que eliminen de sus dieta sustancias como la cafeína o el alcohol. Deben evitar también la ansiedad y las situaciones estresantes y aumentar las horas de descanso y sueño.  

La familia juega un papel fundamental. Debe ser capaz de ver rasgos que hay que potenciar, entender y validar y no rasgos que hay que reprimir y corregir. En este último caso, cuando la familia es negligente, se puede hacer un daño muy importante: baja autoestima, problemas para establecer relaciones, retraimiento social, mayor vulnerabilidad hacia el bullyng, problemas para aceptar la propia identidad, problemas para desarrollar una personalidad segura y madura...

Las claves para desarrollar el crecimiento personal en PAS son:
  1. Tener un propósito en su vida.
  2. Trabajar la autoconfianza y la independencia emocional. Identificar miedos e intentar manejarlos.
  3. Buscar una ocupación donde ayudar o inspirar a otros. Cuando puedan mostrar sus dones sin miedo ni limitaciones, mejorará su autoestima. Descubrirán lo que pueden hacer por sí mismos o por los demás.
  4. Autoestima, autoaceptación y manejo de emociones.
La realidad tiene tantos matices como formas de disfrutarlos. Lo más importante es que seamos capaces de respetarnos y entendernos sin dañar la magia que cada uno lleva en su interior.








miércoles, 10 de abril de 2019

TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD O BORDERLINE

"La vida no solo es blanca o negra, pero las personas con trastorno límite no logran percibir otros colores"

El trastorno límite de la personalidad (TPL) afecta a la forma de pensar, percibir y relacionarse de quien lo padece, teniendo estos rasgos afectados de forma permanente e inflexible. Esto da lugar a desadaptación y conductas que se apartan de las normas sociales. Se caracteriza también por un patrón de inestabilidad asociado a las relaciones interpersonales, la autoimagen y los afectos. Se puede definir como una anomalía en el funcionamiento social y personal caracterizado por una forma peculiar de afrontar los problemas y las relaciones interpersonales.


No existe una identificación clara de las causas que precipitan o posibilitan el desarrollo de este tipo de personalidad. Destaca la existencia de diferentes factores de riesgo que pueden ser biológicos, psicosociales o genéticos. En cuanto a la genética, es aproximadamente cinco veces más frecuente entre familiares biológicos de primer grado. También aumenta el riesgo por consumo de sustancias, trastorno antisocial de la personalidad y trastornos depresivos o bipolares.

Suele comenzar en la adolescencia o el comienzo de la edad adulta y el diagnóstico se realiza entre los 19 y los 34 años. 

Se estima que lo padecen entre el 1 y el 2% de la población y las mujeres tienen más riesgo de sufrirlo. La familia de una persona con TPL sufre con frecuencia depresión y dependencia de alcohol y drogas. 

El TPL no desaparece por sí solo. Sin un diagnóstico adecuado y con el paso de los años, este trastorno irá progresando y haciendo que la vida de quienes lo sufren sea un tormento.


SÍNTOMAS

  1. Pensar que van a ser abandonados. Hacen esfuerzos frenéticos por evitar un abandono real o imaginario. Su percepción de ser abandonados o rechazados puede dar lugar a cambios en la autoimagen, el afecto, la cognición y el comportamiento. Son individuos muy sensibles a las circunstancias ambientales y experimentan miedo e ira inapropiados aunque se trate de una separación real por tiempo limitado (por ejemplo,  cuando alguien importante para ellos llega tarde a una cita o la cancela). Incluso llegan a creer que los abandonan porque son malos. Muestran intolerancia a la soledad y necesidad de tener a otras personas con ellos. Sus esfuerzos frenéticos por evitar el abandono pueden incluir actos impulsivos como la autolesión o comportamientos suicidas.
  2. Relaciones interpersonales inestables. Sus relaciones son inestables pero intensas. Pueden idealizar a sus cuidadores o a sus amantes en la primera o segunda cita. Exigen pasar mucho tiempo juntos y compartir pronto los detalles más íntimos de una relación. Pasan a devaluar a las personas con la misma rapidez, sintiendo que la otra persona no les importa demasiado, no les da lo suficiente o no está presente el tiempo necesario. Pueden llegar a comprender y cuidar a los demás con la expectativa de que esté ahí para cubrir sus necesidades cuando se lo pida. Son propensos a cambios repentinos y dramáticos en su visión de los demás. Quienes los rodean pueden ser considerados su mejor apoyo o sus más crueles castigadores.
  3. Autoimagen distorsionada e inestable. Puede haber una alteración de la identidad caracterizada por una autoimagen o sentido de sí mismo inestable. Cambian repentina y dramáticamente su autoimagen, sus metas, sus valores y sus aspiraciones personales. Puede haber modificaciones repentinas de opinión y proyectos acerca de la profesión, la identidad sexual, los valores y los tipos de amigos. Pueden variar repentinamente y asumir un papel que va desde una persona necesitada de ayuda a una persona vengadora que se resarce por los malos tratos sufridos. Suelen tener una autoimagen mala o dañina. A veces tienen la sensación de que no existen cuando sienten la falta de una relación significativa, de cuidados y de apoyo. Suelen obtener peor rendimiento en situaciones no estructuradas.
  4. Impulsividad y riesgo de suicidio. Muestran conductas impulsivas al menos en dos áreas potencialmente dañinas para sí mismos: pueden jugar patológicamente, gastar dinero de manera irresponsable, darse atracones de comida, consumir sustancias de abuso, mantener relaciones sexuales sin protección o conducir de forma temeraria. Suelen presentar comportamientos, gestos o amenazas suicidas recurrentes y autolesivas. El suicidio consumado se produce en un 10% de estos individuos. Son habituales las autolesiones y las amenazas e intentos de suicidio. Esta tendencia suicida suele ser la razón por la que piden ayuda o por la que lo hace alguien de su entorno. En muchas ocasiones, las autolesiones son una reacción ante la amenaza percibida de separación o rechazo. Suele aparecer la automutilación, que implica un alivio porque reafirma su capacidad de sentir o expiar la culpa por ser una persona mala o despreciable.
  5. Emociones cambiantes. Inestabilidad afectiva debida a una emocionalidad muy reactiva. Sufren episodios de irritabilidad o ansiedad que suelen durar unas horas y rara vez más de dos días. Es una reactividad extrema ante estresores interpersonales. Pueden pasar fácilmente de un estado depresivo a uno muy entusiasta.
  6. Sentimientos crónicos de vacío e ira. Se aburren con facilidad y se quejan de sentimientos de vacío. Buscan constantemente algo que hacer. Expresan la ira de forma inapropiada e intensa y tienen dificultad para controlarla. Suelen ser sarcásticos, con resentimientos duraderos y explosiones verbales. La ira suele aparecer cuando perciben que un cuidador o amante es negligente, distante, indiferente o que tiene la intención de abandonarles.
  7. Síntomas disociativos. En periodos de estrés extremo puede aparecer ideación paranoide transitoria o síntomas disociativos (como la despersonalización). Estos episodios ocurren con mayor frecuencia como respuesta a un abandono real o imaginario. Los síntomas tienden a ser transitorios y duran minutos u horas. Cuando la persona significativa vuelve a ocuparse de sus cuidados suelen remitir los síntomas.

DIAGNÓSTICO

Para identificar este trastorno es necesario que estén presente cinco o más de estos criterios:
  1. Intentos desesperados para evitar el abandono real o imaginado.
  2. Patrón generalizado de inestabilidad e intensidad en las relaciones interpersonales en las cuales se destaca la ambivalencia entre idealización y devaluación.
  3. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.
  4. Conductas impulsivas en dos o más áreas altamente autolesivas: gastos, sexo, drogas, conducta temeraria, atracones alimentarios.
  5. Conductas, actitud o amenazas frecuentes de suicidio o de automutilación.
  6. Labilidad afectiva causada por una reacción notable del estado de ánimo (por ejemplo, episodios intensos de disforia, irritabilidad o ansiedad que pueden durar varias horas y, rara vez, más de unos días)
  7. Sensación crónica de vacío.
  8. Enfado intenso e inapropiado o dificultad para controlar la ira (por ejemplo, manifestación recurrente de mal genio, enfado constante, peleas físicas recurrentes).
  9. Ideas paranoides transitorias asociadas a momentos de estrés o síntomas disociativos graves.



TRATAMIENTO

El tratamiento es difícil debido a la complejidad del trastorno y su modo de manifestarse. La inestabilidad de estas personas dificulta la adhesión al tratamiento y es frecuente su abandono.

  • Psicofármacos. La farmacoterapia es una intervención complementaria que no sustituye al trabajo que se realiza entre la persona y su grupo social de apoyo. Los fármacos prescritos irán orientados a paliar los síntomas de inestabilidad emocional y afectiva, impulsividad, descontrol conductual y dificultades cognitivas. Se utilizan antidepresores para controlar la impulsividad, en particular inhibidores MAO (monoamina oxidasa) para que esa persona encuentre un equilibrio estable. Los medicamentos serotonérgicos pueden ayudar en el estado de ánimo decaído. Los medicamentos los prescribirá un psiquiatra.
  • Psicoterapia individual y grupal, con programas multidisciplinares. Son eficaces las técnicas cognitivo-conductuales, el entrenamiento en habilidades sociales, la psicoeducación o la terapia dialéctico conductual. Con la terapia se pretende incrementar el nivel de habilidades adaptativas y capacidades funcionales (autocuidado personal, búsqueda de empleo, acceso comunitario, manejo del hogar, amistades...), reducir la impulsividad, aumentar la sensación de presencia consciente en el aquí y ahora y, en general, aumentar el bienestar físico y psicológico.
  • Hospitalización. Se producen por los intentos autolíticos, autolesiones, episodios psicóticos y depresivos, deterioro psicosocial y desbordamiento familiar. Suelen ser ingresos breves dirigidos a controlar síntomas agudos o situaciones de crisis. Una vez controlados volverá a casa bajo supervisión médica y con tratamiento farmacológico.
  • Red de apoyos familiares y profesionales.

Es un trastorno complejo y de complicado tratamiento que pocas veces es comprendido por la sociedad. Sin embargo, el sufrimiento de estos pacientes y de las personas de su entorno es de gran magnitud. Con medicación y psicoterapia, una persona con TPL podrá vivir en su casa con normalidad manteniendo un equilibrio positivo mediante un esfuerzo constante.








domingo, 7 de abril de 2019

COMPLEJOS


"Aceptar los complejos y aprender a convivir con ellos es la mejor manera de llegar a superarlos"

Los complejos se deben a percepciones distorsionadas de uno mismo que surgen al compararnos con otras personas o con modelos impuestos por la sociedad y que dan lugar a pensamientos irracionales que llevan a la inseguridad, a la falta de confianza en uno mismo y en sus capacidades y a la pérdida de autoestima, afectando y condicionando la relación con los demás y la actividad profesional Necesitamos comprenderlos para poder mejorar nuestra vida. Identificarlos y darles sentido nos abre puertas porque nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y porque nuestra personalidad se construye sobre ellos. Muchas veces son piezas sueltas en nuestra estructura, porque muchos complejos se construyen sobre episodios o ideas que nos han marcado. J. Laplanche y Jean-Bertrand Pontalis lo definen como un conjunto organizado de representaciones y recuerdos dotados de intenso valor afectivo, parcial o totalmente inconscientes.

Complejos y traumas están íntimamente relacionados. Un complejo contiene todos los pensamientos (conscientes e inconscientes), sentimientos, recuerdos y sensaciones que están asociados a un trauma. Cuando hablamos de trauma nos referimos a una situación vivida con sentimientos fuertes en la que aparece la sensación o percepción de amenaza.  Por lo tanto, un comentario, una persona, un lugar, un aroma, etc asociado a la situación anterior, nos traslada a ella. Activa la sensación de amenaza y los mecanismos de defensa que nos preparan para reaccionar ante una realidad subjetiva que puede ser muy distinta a la realidad.

Carl Jung introdujo la palabra complejo dentro de la psicología, pero fue popularizada por la corriente psicoanalítica de Sigmund Freud. Para Jung, los complejos son los bloques de construcción de la personalidad. Un complejo activo nos lleva a un estado de falta de libertad, de pensamientos y de actos obsesivos. 

La familia y la escuela son dos de los principales inductores de complejos en la infancia cuando los niños no se sienten lo suficientemente queridos, valorados y apoyados. A veces una simple característica física les hace diferentes de sus compañeros y amigos y propicia la aparición de un complejo. Si no ponemos remedio a estos complejos que surgen en la infancia, se pueden acentuar en la edad adulta. La sociedad también puede generar complejos en personas adultas cuando sienten que no pertenecen a ciertos cánones de belleza que se imponen desde los medios de comunicación.

Si quieres ser consciente y controlar tu existencia deber explorar tus complejos en tu conciencia. No puedes evitar que aparezcan de vez en cuando, pero sí puedes aprender a dedicarles menos tiempo.

En ocasiones puede haber alguna persona involucrada de manera emocional en nuestro complejo. Cuando esta persona está presente todo parece más negativo, más intenso y más amenazante. Estamos a la defensiva, nos sentimos culpados y etiquetados. Todo parece confabularse a nuestro alrededor y nos sentimos inferiores. Las personas acomplejadas se suelen sentir inseguras e inferiores a los demás, atormentadas, amargadas, incómodas, rechazan los cambios y además suelen tener problemas de autoestima.

Para superar los complejos tenemos que explorar en nuestro interior e intentar averiguar su origen. No todos los complejos son iguales ni se superan de la misma manera, siendo necesario en algunos casos apoyo profesional.

Para superar los complejos es importante buscar siempre el lado positivo de las cosas, potenciar las virtudes propias y ser realistas, sabiendo lo que tenemos y a dónde podemos llegar. También es muy positivo ponernos retos y metas cercanas y accesibles para reforzar la autoestima.

Como en Psicología muchos temas están relacionados, aprovecho para recordaros varios post sobre la autoestima:

CÓMO SUPERAR COMPLEJOS

Normalmente, detrás de un complejo se esconde una expectativa no cumplida. Muchas personas se quejan de que la vida no es como esperaban o que no tienen el cuerpo que les gustaría tener. Cuando imaginamos cómo deberían ser las cosas, tendemos a aferrarnos a esa expectativa y, si no sale como habíamos planeado, sufrimos. Vivimos en una sociedad que exige una perfección irreal. Hay que tener los mejores cuerpos, más dinero que nadie, el mejor trabajo, aparentar felicidad absoluta... Nos crean unas expectativas de perfección imposibles de alcanzar. Todo esto nos lleva a frustración y complejos al no poder cumplir con las expectativas impuestas. Por lo tanto, la mejor forma de superar los complejos es saber que cada uno es como es y no compararnos con nadie. Debemos intentar ser felices con lo que somos y con lo que tenemos, intentando ir más allá pero viviendo felices en el momento presente.

En unos casos, los complejos se podrán superar sin ayuda y en otros se necesitará terapia. A veces es suficiente con reconocerlos, aceptarlos y desear superarlos. Hay una serie de pautas para conseguirlo:

  • Aprende a valorarte por lo que eres, no por lo que dicen los demás.
  • No trates de buscar aprobación a lo que haces. Actúa en función de tus convicciones y criterios sin tener en cuenta lo que otros harían.
  • Aprende a quererte y aceptarte con tus defectos y virtudes.
  • Reconoce tus propias limitaciones con naturalidad.
  • Busca en ti mismo lo positivo y refuérzalo. Esto es lo que hay que mostrar a los demás, en vez de exhibir y hablar de nuestros defectos.
  • Pensamientos y actitudes positivas para reforzar la autoestima. 
  • No trates de utilizar tu apariencia externa para agradar a los demás. Muéstrate tal como eres, sin disfraces.

Todos tenemos complejos, en mayor o menor medida. Comprenderlos es la clave para vencer los traumas que los producen y superarnos día a día.
















miércoles, 3 de abril de 2019

SEXO DE DESPEDIDA

"Ambos debeis estar seguros de hacerlo como una manera de finiquitar la relación"


Muchas parejas, tras su ruptura, deciden tener sexo por última vez antes de separar sus vidas por completo. Es algo muy común pero debemos tener cuidado porque, aunque tiene su parte positiva, también puede resultar contraproducente.

Una ruptura no es una situación fácil y al mantener relaciones volveremos a vivir momentos que nos traerán recuerdos de cuando todo iba bien o, incluso, de lo contrario. Será una mezcla explosiva de sentimientos contradictorios que puede hacer que se convierta en una experiencia positiva o que nos haga sentir mal (tristeza, enfado...).


CUANDO UNA RELACIÓN TERMINA BIEN

Cuando la relación no termina mal, no hay discusiones y queréis revivir un momento especial para vosotros, puede haber sexo. En caso de que haya algún malentendido es probable que se olvide mientras manteneis relaciones y termineis de un modo agradable. Sin embargo, es importante hablarlo antes y aclarar los sentimientos porque puede ser que después del sexo uno de los dos quiera retomar la relación y el otro esté seguro de que quiere terminarla definitivamente.

El sexo de despedida es bueno cuando la ruptura es sana y sin peleas. Es una manera de resumir todo lo que fue la relación y terminar con una sonrisa. Pocas veces sirve para unir a dos personas que habían pensado en separarse, pero que después de tener relaciones sexuales se han dado cuenta de que todavía se quieren y que, quizás, deberían darse una nueva oportunidad. Es mejor no ilusionarse ni discutir, porque muchas parejas que han vuelto tras tener sexo de despedida, han terminado definitivamente y para siempre su relación.

El sexo de despedida os puede dar más confianza para afrontar la ruptura y, quien sabe si quizá os podais hacer buenos amigos y reiros de todas vuestras manías y alegrías de cuando compartíais vuestra vida juntos.


CUANDO UNA RELACIÓN TERMINA MAL

Hay que recordar en todo momento que si estamos terminando una relación es porque no funciona. Tener relaciones de nuevo puede significar que uno de los dos crea que todavía queda una última oportunidad de que todo se arregle y que esa relación no llegue a su fin. También podemos hacer daño al otro al hacerle creer que todavía hay sentimientos porque queremos tener sexo una vez más.

Si le pides a tu expareja que tenga sexo por última vez puede sentirse utilizado y no comprender porqué quieres hacerlo. Si todavía siente algo por tí puede llegar a creer que podrá recuperarte y es probable que acceda, pero seguramente luego le dolerá más al ver que no hay nada que hacer para salvar la relación. 

Ambos debeis estar completamente seguros de hacerlo como una manera de finiquitar la relación, de resumir lo bueno y lo malo que os ha pasado, pero siendo conscientes de que a partir de ese momento ya no existirá un vínculo entre vosotros dos.

Si la relación termina de forma negativa, con discusiones y malas palabras, el sexo de despedida está desaconsejado porque se puede convertir en una razón más para discutir y que todo termine peor. Es mejor no seguir alimentando un amor tóxico. 

No debemos caer en la dinámica de tener sexo de despedida y luego retomar la relación, porque puede convertirse en un círculo vicioso para nada positivo. Que solamente tengamos ganas de mantener sexo con una persona cuando estamos a punto de perderla no significa que la queramos, sino que esta situción tensa y de pérdida es lo único que nos atrae  de ella. Seguir en bucle hace que cada vez sea más difícil salir y, en caso de que uno de los dos encuentre a otra persona, será más doloroso para ambos.

Otro punto negativo es que tu pareja te busque para tener sexo de despedida porque no puede tenerlo con nadie más. Puede ocurrir que se acostumbre a llamarte cuando quiera tener relaciones sexuales  (porque te conoce y sabe que probablemente no le podrás decir que no) pero que no quiera retomar la relación. En este caso no dejes que juegue con tus sentimientos. Si quiere estar contigo deberá retomar la relación o, de lo contrario, deberá buscar a otra persona para tener sexo. Este tipo de relaciones no te dejará avanzar con tu vida ni encontrar a otra persona con quien empezar otra relación sentimental.

Depende de ambos que tengáis sexo de despedida. No te sientas mal por tu pareja ni dejes que te haga sentir utilizado. Es un momento muy difícil en vuestras vidas y los dos os teneis que sentir cómodos y felices tanto si decidís tener relaciones sexuales tras la separación como si no.












LAS FOBIAS DEL COVID-19

"Estrés, ansiedad, depresión e insommio han sido las principales consecuencias del confinamiento" Agorafobia . Esta fobia se refie...