martes, 28 de mayo de 2019

SER FLEXIBLE PARA SER FELIZ

"Las personas que caminan por la vida con un enfoque emocional y mental rígido, se detendrán irremediablemente ante los obstáculos y no serán felices"

Es fundamental ser flexible para poder adaptarnos a los cambios. Para ello, necesitamos una buena actitud, ya que si nuestra mente es rígida, transformará los cambios en obstáculos difíciles de superar. Quienes son resistentes al cambio acabarán por romperse emocional y mentalmente. 

Una actitud plenamente abierta nos aportará flexibilidad emocional y mental y estaremos dispuestos a aceptar nuevos aprendizajes, opiniones e ideas, nuevos modos de pensar, sentir y actuar, adaptándonos a nuevas situaciones y dejando atrás viejos esquemas que nos atan y no nos dejan avanzar en la dirección adecuada.

Ser flexible está relacionado con nuestra capacidad para adaptarnos a los cambios. La vida es un cambio constante y nuestra mente debe estar preparada para asumirlo.

Los cambios implican salir de la zona de confort, esa zona que creamos debido a nuestra inseguridad y a la resistencia al cambio para sentirnos seguros. La vida y todo lo asociado a ella cambian, es irremediable. Por ello tenemos que ser flexibles para tomar esos cambios de la mejor manera posible. Vamos a experimentar cambios, lo queramos o no, así que debemos amoldar nuestra actitud a esa transformación.

La inflexibilidad nos impide manejarnos y dar respuestas adecuadas. Una mente rígida solamente nos aporta dolor, agonía y desesperanza. Al no ser flexibles, la mente se resistirá a gestionar los cambios y nos dejaremos llevar por nuestros miedos, apareciendo de esta manera trastornos como la ansiedad o la depresión. Nuestra mente se resiste a exponerse a la incertidumbre. Cuando se dan cambios importantes, se pone alerta y nuestros niveles de ansiedad se elevan.

Cuando la actitud no es adecuada, cualquier cambio significativo nos causará terror y el estrés que experimentemos será tan alto que acabará haciéndonos daño. La exposición al estrés elevado hace que la ansiedad se dispare y sucumbamos a sus síntomas. Además, la autoestima se verá afectada al igual que el estado anímico y puede aparecer la depresión.

La mente dañada también tiene repercusión en el cuerpo y puede dar lugar a ciertos trastornos físicos como trastornos del sueño, problemas digestivos o alteraciones en la piel.



BENEFICIOS DEL CAMBIO

  • Mayor crecimiento personal. Cambiar significa vivir nuevas experiencias y aprender de ellas. Todo ello ayudará al crecimiento y la evolución. Aceptar los cambios te hará sentir más pleno y feliz.
  • Ser más flexible. Adaptarse a los cambios que se producen en nuestras vidas hace que seamos más flexibles y nos ayudará a superar todos los obstáculos que se presenten.
  • Evolucionar y mejorar. Sin la actitud adecuada, no importa que las cosas cambien. Para una persona positiva, los cambios serán positivos. Para una persona rígida los cambios, por pequeños que sean, se convertirán en hechos traumáticos.
  • Aprende a valorar las pequeñas cosas. Los cambios tienen la virtud de hacernos valorar las pequeñas cosas.
  • Ganar fortaleza. Nos resistimos al cambio por nuestras propias inseguridades. A medida que aprendamos a aceptar los cambios, ganaremos confianza y, por tanto, fortaleza.
  • Abrazar nuevas oportunidades
  • Comenzar de nuevo.


CÓMO TENER UNA MENTE FLEXIBLE

  1. No pensar en términos absolutos. Tenemos que dejar a un lado los extremos. Nada es blanco o negro, existen matices en todo. Aprende a relativizar y a abrir tu mente.
  2. Aprende a valorar las pequeñas cosas y ten actitud positiva porque siempre podemos encontrar lo bueno en todo lo que nos sucede.
  3. Centra tu mente en el presente. Lo pasado ya ha pasado y el futuro es incierto. Lo único real es el ahora. No pienses tanto y disfruta de todo lo que estás viviendo ahora mismo.
  4. Detente en lo que realmente importa y en las personas valiosas en tu vida. Si tienes que abordar cambios, tendrás en quien apoyarte.
  5. Busca ayuda si no puedes abordar los cambios por ti mismo y crees que necesitas ayuda. Puedes intentar apoyarte en quienes te rodean, pero si lo necesitas puedes buscar ayuda profesional que te dará una nueva visión de las cosas y podrás desarrollar actitudes flexibles ante los cambios que tanto te asustan.




viernes, 24 de mayo de 2019

SUICIDIO

"Quien necesita irse porque no soporta más la angustia de estar vivo, buscará la manera de irse, cuando sea... como sea"

El suicidio es considerado por algunas personas como la solución final a una situación que perciben como insuperable. Está entre las primeras quince causas de muerte a nivel mundial y es la primera causa de muerte violenta en España, que aún sin estar entre los países con las tasas más altas, tiene una tendencia creciente. Más de un millón de personas se suicidan al año en todo el mundo y estas cifras van en aumento.

Las principales consecuencias son el impacto psicológico y social que recae sobre las personas más cercanas, ya que éstas se ven profundamente afectadas a nivel emocional, social y económico.

Es muy importante estudiar e identificar los factores asociados a esta conducta para llevar a cabo programas de prevención e intervención.

Hay quienes intentan suicidarse o piensan en acabar con su vida por el hecho de sentirse incapaces de afrontar las dificultades de la vida. Todos hemos vivido situaciones dolorosas o que parecen no tener solución, pero poniendo en perspectiva nuestras  prioridades, hemos logrado superarlas a pesar del sufrimiento.

El suicido sigue siendo un tema silenciado por lo medios de comunicación, un tema tabú, en parte, por los sentimientos encontrados que surgen cuando ocurre una desgracia de esta envergadura.

Es muy difícil o incluso imposible entender que alguien decida acabar con su vida. Nuestra mente se llenará de preguntas, dudas y alternativas posibles a ese final. La mente humana no entiende ni asume que una persona se haya querido ir de esa manera. Durante días estaremos en shock y con incredulidad e intentaremos negar lo sucedido.



SEÑALES DE ALERTA

  • Tristeza persistente que no puede ser explicada. La persona afectada se encuentra casi siempre a punto de llorar pero no expresa su emoción a través del llanto.
  • Alteraciones en la autoestima caracterizadas por estados depresivos en los que hay una percepción negativa de uno mismo.
  • Trastornos en el comportamiento habitual, como perturbaciones en el sueño y en la alimentación. La persona se muestra incapaz o le resulta muy costoso realizar tareas cotidianas sencillas y también socializar con los demás. Se suele producir aislamiento de la familia o amigos que hace que sea más difícil para ellos percibir los síntomas.
  • Consumo de drogas como escape de la realidad, como una forma de olvidar el dolor constante que se está experimentando.
  • Hablar acerca del suicidio.
  • Obtener medios para atentar contra su propia vida (por ejemplo, comprar un arma o almacenar medicación destinada a este fin)
  • Cambios de humor, como pasar de estar eufórico un día a estar profundamente desalentado al día siguiente.
  • Preocuparse por la muerte, por el hecho de morir o por la violencia.
  • Sentir desesperanza o impotencia ante una situación.
  • Sufrir cambios en la rutina normal, como por ejemplo, cambios en la alimentación y en los horarios de sueño.
  • Conductas de riesgo o autodestructivas, como consumir drogas o conducir de manera imprudente.
  • Regalar sus pertenencias o dejar sus asuntos en orden cuando no existen motivos lógicos para hacerlo.
  • Despedirse de las personas como si la despedida fuera definitiva.
  • Desarrollar cambios de personalidad o estar sumamente ansioso o agitado, especialmente al experimentar algunos de los anteriores signos de advertencia.


PREVENCIÓN

Lo primero y más importante es estudiar cuáles son los factores de riesgo y de protección. Identificarlas nos puede dar pistas sobre cómo y cuándo deben intervenir aunque no todo el peso recae sobre dichos factores, ya que también influye cómo es la persona, en qué situación se encuentra y qué eventos vitales estresantes puede desencadenar la conducta suicida.

La depresión es la enfermedad que más se relaciona con el suicidio, ya que en ella se crean estados emocionales negativos que facilitan la ejecución conductual de este tipo de pensamientos. La depresión afecta a la forma de pensar de quien la padece, reduciendo y centrando el foco atencional de la mente en el lado negativo de las situaciones y pensamientos. Muchas veces, quien se plantea quitarse la vida, ignora el hecho de que está inmerso en una profunda depresión y que esos continuos pensamientos suicidas son el reflejo de su estado interior.

Los trastornos mentales se consideran uno de los factores de riesgo más importantes y prevalentes en cuanto al suicidio. Hay que prestar atención a la depresión, pero también al trastorno bipolar, los trastornos psicóticos, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de personalidad...

Factores de riesgo:
  • Intentos previos de suicidio.
  • Historia familiar de conducta suicida.
  • Eventos vitales estresantes: divorcio, dificultades económicas, etc.
  • Apoyo social-familiar inadecuado o inexistente.
  • Etc.
También hay factores de protección, es decir, aquellos que disminuyen la probabilidad de que se lleve a cabo el suicidio aún estando presentes varios factores de riesgo. Entre los factores de protección encontramos: habilidad para las relaciones sociales, confianza en uno mismo, tener hijos, apoyo socio familiar de calidad, etc.


SENTIMIENTOS DE QUIENES SE QUEDAN

Quienes se quedan buscarán cualquier explicación posible excepto que esa persona que querían se haya querido ir por su propia voluntad, que lo haya hecho de manera consciente asumiendo todas las consecuencias.

En caso de asumirlo tendríamos la sensación de que no fuimos una razón suficiente para que esa persona decidiera seguir viviendo. Luego aparecerá la rabia porque nos sentimos traicionados y nos culparemos por no haber hecho más. Este pensamiento no es justo, porque no somos responsables de que esa persona querida se haya querido marchar. Quien se queda necesita ser escuchado y necesita verbalizar todo lo que siente sobre lo ocurrido.

También aparece la culpa por no haber visto esos signos premonitorios que ayudarían a evitar la pérdida. En este caso, nos estamos colocando en un lugar que no es el adecuado porque, tristemente, no podríamos haber hecho nada más. Quien necesita irse porque no soporta más la angustia de estar vivo, buscará la manera de irse, cuando sea... como sea.

Es difícil asumir sin culpabilizarse, sin sentirse y sin saberse responsable de la pérdida. Es un trabajo interno que ha de promoverse desde el primer momento porque se trata de una culpa irracional e irreal que puede alargar y hacer más difícil este duelo.

Es común que aparezca la rabia hacia el fallecido, una especie de odio que llena nuestro vacío. La rabia de lo inexplicable es uno de los sentimientos más difíciles de digerir. No podemos dirigirla porque no hay un culpable.

La rumia no se puede separar de este proceso porque en nuestra cabeza surgirán una y otra vez preguntas como: ¿Cuánto duró la agonía? ¿Hubo algún atisbo de arrepentimiento? ¿Hubo sufrimiento? ¿Por qué? Es un asunto inconcluso que no se cerrará fácilmente y necesitará mucho trabajo interior para conseguir vivirlo con un poco de paz.

Aparecerá también el miedo a que otro ser querido haga lo mismo e incluso el miedo a que el sentimiento de culpa de alguno de ellos sea insoportable y solamente tenga en cuenta esta opción. El miedo acabará gobernando la vida de muchas personas que están constantemente alerta buscando cualquier atisbo de sufrimiento por si se desencadena otra desgracia.

Por último, hay que hablar del estigma, es decir, la vergüenza que sienten de cara a su entorno por no haber podido evitar la desgracia. 

Todos estos sentimientos son naturales y completamente humanos pero tenemos que analizarlos y validarlos. Es normal sentirlos, pero han de revisarse para eliminar culpas irracionales y vergüenzas. Tenemos que hablar, expresar y hacer que esas personas se sientan acompañadas.






jueves, 16 de mayo de 2019

PERSONAS CONTROLADORAS


"El control es una forma de dominación que, disfrazado de cuidado hacia los demás, consigue que los demás hagan lo que el controlador decide o dictamina a través de técnicas de manipulación"


La obsesión por el control surge por la búsqueda de una sensación de seguridad. La inestabilidad en la infancia, padres que podían enfadarse en cualquier momento por cualquier motivo, etc. Esto hace que los niños aprendan a sobrevivir en un estado de alerta permanente, en una búsqueda continua por poseer el control de la situación para poder sentirse seguros por unos instantes.


EL CONTROLADOR

Estas personas expresan actitudes que limitan la libertad de los demás. Su forma de ser es un arma de doble filo, ya que por un lado aporta prestigio, los demás valoran su esfuerzo y les agradecen sus dotes de planificación y mando y por otra parte, además de ser agotador, obliga a estas personas a vivir en continua tensión para no dejar ningún cabo suelto. Su mente no tiene un momento de respiro, ya que está repasando continuamente y sin descanso todos los planes para pulir detalles y perfeccionarlos.

El principal problema surge cuando la cabeza toma el control absoluto sobre las acciones, ya que desaparece el espacio para la intuición y la improvisación. Estas personas son incapaces de admitir un solo cambio de planes o un imprevisto, ya que para ellas todo tiene que estar medido y planificado.


LAS PERSONAS SOMETIDAS A UN EXCESO DE CONTROL

Las personas sometidas a este exceso de control se quejan de que nunca consiguen relajarse ni tampoco logran ser felices. Por mucho que se esfuercen, siempre están preocupados anticipando posibles dificultades que puedan aparecer.

Físicamente pueden presentar problemas de espalda, contracturas, tensión muscular, estreñimiento y más síntomas relacionados con su propia necesidad de control.

Para ellos, la sensación de tenerlo todo bajo control les proporciona seguridad, aunque es momentánea y engañosa porque siempre surgen nuevas variables que rompen su delicado equilibrio interior. El exceso de control es un bucle infinito en el que siempre afloran detalles que se escapan y que es necesario controlar.


CÓMO ACTÚAN LAS PERSONAS CONTROLADORAS

  1. Te critican constantemente. Nunca están satisfechos con lo que hacen los demás. Creen que lo que hacen es correcto y que saben más. Criticarán todo lo que tenga que ver contigo para hacerte saber que estás equivocado. 
  2. Se acercan a ti y luego ponen distancia para obtener el control definitivo. Una vez que conoces a una persona controladora, la relación cambia rápidamente. Hablas constantemente con ella y pasáis mucho tiempo juntos. Confías en su afecto. Cuando te tiene en sus redes, se distancia para que te des cuenta de que la necesitas.
  3. Se enfadan cuando haces preguntas. No les gusta que las interroguen porque creen que siempre tienen la razón. Si les pides que expliquen motivos, opiniones o razones, se pondrán a la defensiva y se molestarán al instante. Quieren que sigas sus mandatos sin cuestionarlos.
  4. Usan la culpa para manipularte. Usan frases como "Si me quieres lo harás". Tratan de culparte para que sigas sus órdenes y hagas las cosas a su manera. Esto es un signo de una relación tóxica que puede terminar en daño emocional.
  5. No toleran ideas u opiniones de nadie más. Controlar a los demás es tener una mente extremadamente cerrada. Piensan que siempre tienen la razón y no ven la necesidad de que los demás tengan ideas, creencias u opiniones propias. Carecen de tolerancia hacia los demás, especialmente hacia aquellos que no están de acuerdo con ellos. Su incapacidad para tolerar hace que tengan pocos amigos.
  6. Ellos ponen las reglas sobre tu vida. Como insisten en que saben lo que es mejor para ti, ellos impondrán las reglas. Pueden exigir saber dónde estás y con quién en todo momento. Te pueden prohibir hacer cosas y tienes que cumplir sus normas.
  7. Te hacen sentir mal por ser tú mismo. Si empiezas a reconocer sus comportamientos y no sigues sus reglas, se enfadarán. Te dirán que has cambiado y que no les gusta la persona en la que te has convertido. Dirán que eres desagradecido y, una vez que sientan que su poder se les escapa, dirán cualquier cosa para hacerte sentir culpable. 

CÓMO ACTUAR

  • Comprender su necesidad por tener el control. Estas personas se sienten fuera de control y buscan controlar a alguien más. Temen al fracaso, especialmente al suyo propio, y a ser incapaces de comprender las consecuencias cuando las cosas salen mal. Poseen una esencia de miedo o ansiedad respecto a sus propias limitaciones, una preocupación por no ser respetados y una desconfianza en la capacidad de los demás para hacer lo que se les pide. Son incapaces de confiar en que alguien haga mejor el trabajo que ellas. Les gusta aparentar ser la única figura de autoridad. Sus principales cualidades son la falta de confianza en los demás, necesidad de criticar, sentimiento de superioridad o arrogancia y gusto por el poder. También pueden pensar que merecen más cosas que los demás y sienten que no necesitan demostrar respeto.
  • ¿Necesita ayuda profesional la persona controladora? Las personas controladoras o mandonas pueden sufrir un trastorno de personalidad (narcisista o antisocial, posiblemente) que se origina a partir de experiencias de la infancia o adultez temprana que no se han podido resolver con claridad. Aunque necesite ayuda profesional, será difícil llevar a cabo la evaluación, ya que suelen culpar a los demás de sus problemas. 
  • Entender la manera en que una persona controladora afecta a los demás. Si siempre te sientes como un niño a su lado, su objetivo serás controlarte a ti o a la situación. Ignora tus habilidades, experiencias y derechos optando por enfatizar sus capacidades por encima de las tuyas. 
  • Las personas "amables" pueden ser mandonas y controladoras. Son las típicas personas que insisten en que si no haces X, las cosas te saldrán muy mal. Se presentan como la voz de la razón y te hacen saber que eres irracional. Toman decisiones sin consultarte "por tu propio bien" y esperan que te sientas a gusto con esto. Carecen de empatía y a menudo no son conscientes del impacto de sus palabras y acciones sobre otros. Esto puede ser resultado de la inseguridad y de la infelicidad, aunque en ocasiones también se debe a una arrogancia absoluta.
  • Tu valor no proviene de la persona controladora. Eres un igual aunque su comportamiento diga lo contrario. La persona controladora, especialmente si es un familiar, puede empeorar tu autoestima. Recuerda que la naturaleza controladora es su problema, no el tuyo. No le permitas que te domine o te vencerá.

PAUTAS A SEGUIR: LA RESPUESTA CONSTRUCTIVA

  1. Imponte. Hazle saber que no toleras su actitud. Cuanto más tiempo pase, más se afianza el patrón y la otra persona asume que lo aceptas. Aborda a esa persona en privado y explícale tus preocupaciones. Enfoca la conversación sobre el comportamiento controlador y pídele respeto.
  2. Mantén la calma. Enfadarse no resuelve el problema y hará que la persona controladora te vea débil y fácil de controlar. 
  3. Evita a esa persona lo máximo posible. Si es un miembro de la familia trata de mantenerte alejado de su camino. Recuerda que ese comportamiento controlador es un mecanismo de afrontamiento y no significa que te menosprecie.
  4. Controla sus niveles de ansiedad. Cuando están estresados atacan a los demás. Cuando se incrementan los niveles de ansiedad son más propensos a tomar el control.
  5. Busca aspectos positivos. Una persona controladora, si siente que la entiendes y que pregonas sus atributos positivos, dejará de verte como una amenaza dentro de su mente impulsada por la ansiedad.
  6. Halaga a la persona controladora cuando se lo merezca. Presta atención a sus señales de confianza. Si te demuestra confianza, respeto o incluso responsabilidad, aprovecha y halágala. Si tienes en cuenta lo bueno y lo reconoces la harás sentirse bien por dentro y querrá hacerlo de nuevo.
  7. Ten en cuenta que es posible que no te escuche.


Si ya has hecho todo lo posible y no consigues sentirte bien cerca de una persona controladora, ten en cuenta que tu vida es lo más importante y busca relaciones saludables. Elige perdonar para hallar paz en tu vida y reconstruye tu confianza con personas que te hagan sentir bien. Planifica tus siguientes pasos, ya que si vives con una persona controladora debes intentar solucionar las cosas de forma estratégica, sin alimentar discusiones y compartiendo lo que sientes de forma eficaz y tranquila. No necesitas estar bajo su control y puedes hacer lo que te apetezca. A veces, alejarse es la mejor solución.





sábado, 11 de mayo de 2019

VICTIMISMO

"La lástima por uno mismo es uno de los narcóticos no farmacéuticos más destructivos. Es adictiva, da placer solo al momento y separa a la víctima de la realidad"  John W. Gardner

En muchos casos, la vida es dura y difícil, tanto para nosotros mismos como para los demás. En nuestro camino nos encontraremos con adversidades, unas más duras que otras, pero está claro que los obstáculos forman parte de este camino.

Hay personas que adoptan el rol de víctimas de manera involuntaria porque tienen miedo a su propia ira e incluso niegan que ésta exista, ya que anticipan el daño que les causaría, llegando a distorsionar las  expresiones o actitudes de los demás o pensando que tienen otras intenciones diferentes a las que realmente tienen. 

Otras personas adoptan este papel porque les resulta mucho más fácil que hacerse responsables de las situaciones que están viviendo. De esta manera, no toman las riendas de su vida y dejan que el destino o la suerte decidan por ellos.

Decir adiós al victimismo es clave para conseguir una vida apasionante y feliz. A nadie le gusta ser una víctima, pero esta posición nos ofrece ciertas ventajas a las que, en ocasiones, nos cuesta renunciar. 

Víctimas son aquellas personas convencidas de que esta clase de eventos son una constante en su vida. El mundo no está contra ellos, pero ellos perciben que sí. Es una auto-victimización psicológica.


PELIGROS DEL VICTIMISMO

Por lo general, este tipo de personas dan vueltas y vueltas a su mente y alimentan pensamientos tales como que aquello que les está sucediendo es una injusticia, una tragedia... Esto, muchas veces, se exterioriza y hay personas que pasan gran parte del día relatando penas y dramas personales.

La persona que adopta el rol de víctima alimenta emociones negativas y su perfil psicológico incluye sensaciones de pérdida de control, pasividad, impotencia, desconfianza, pesimismo, auto-reproches, culpabilidad y vergüenza, llegando incluso a estados depresivos que los aíslan más del mundo. En otros casos, estos procesos se polarizan en odio, rencor y rabia hacia quienes consideran culpables de sus sentimientos. Buscan la compasión y la lástima de los demás.

La víctima psicológica es un profesional del sufrimiento que toma una actitud pasiva ante la vida y que le cuesta adaptarse a distintas circunstancias. Siguen un ciclo: sentirse herido, mortificarse, generar compasión y manipular a otros para que actúen en su defensa. El problema es que nunca llega a la raíz del conflicto para poder eliminar aquello que le causa dolor o para ser capaz de cambiar su modo de reaccionar a lo que le sucede. Este patrón psicológico puede llegar a convertirse en un vicio.


CAUSAS DEL VICTIMISMO
  • Criarse en un ambiente de excesiva compasión.
  • Estar sobreprotegido durante los primeros años de vida.
  • Aprender el papel de víctima de los padres.
  • No superar emocionalmente la etapa de niño.
  • No tener demasiado control sobre lo que sucede. 
  • Personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso en algún momento de su existencia. En este caso, estas personas no saben desempeñar otro rol, no superan el pasado y se quedan atrapados en ese papel.

QUÉ HACER

El cambio es posible. La autocompasión  y que los demás les den la razón no va a solucionar nada, sino que contribuirá a crear nuevas víctimas. Lo mejor es marcarse una meta para conseguir el cambio.

Deben tomar conciencia de que son protagonistas de su propia vida y que tienen todas las capacidades y el derecho de tomar sus propias decisiones y que incluso pueden decidir cómo sentirse. 

No se deben dejar abatir por el pesimismo y la desesperación. Deben utilizar su imaginación y su voluntad para encontrar su sitio, crear una nueva realidad llena de cosas por las que disfrutar y por las cuales agradecer cada día.

No entrar en su juego. Si nos enredamos en sus chantajes y lamentos, los estamos reforzando y los perjudicamos. Esto es difícil porque desde niños nos han enseñado a sentir compasión por los que sufren y ayudarlos, aunque nuestros propios intereses queden relegados.

Les diremos que estamos ahí para ayudarles a buscar una solución al problema que nosotros vemos, no al que ellos nos plantean. Los ayudaremos a salir de esa posición sin escuchar sus quejas ni contagiarnos de su negatividad.











jueves, 2 de mayo de 2019

NEGADICTOS

"El negaholic o negadicto tiene todo el día el NO en la boca"

El negaholic o  negadicto es una persona que siempre tiene el no en la boca, que pasa todo el día quejándose, una persona pesimista. La RAE define al pesimista como aquel que es propenso a ver y juzgar las cosas desde el lado más desfavorable.
Los negadictos son adictos al pensamiento negativo. Es un síndrome que hace que las personas, de manera inconsciente, limiten sus capacidades convenciéndose de que no pueden conseguir lo que desean y saboteando sus deseos y sus sueños.
Nuestra sociedad nos presiona y nos exige estar al máximo. Vivimos sometidos a un fuerte estrés que, si no se combate, nos lleva fácilmente a la negatividad y ésta se combate con optimismo. 

EFECTOS DE LA NEGATIVIDAD CRÓNICA
  • El pesimismo mata la creatividad y, como es contagioso, también mata la creatividad de quienes te rodean.
  • El pesimismo te daña emocionalmente. Tenemos que trabajar el pensamiento positivo para acostumbrarnos a él mientras que el negativo no tenemos que trabajarlo, aparece por sí mismo. Recuerda que cada vez que sucumbes a un pensamiento negativo reduces tu sensación de bienestar.
  • El pesimismo te rebaja profesionalmente. La falta de motivación afecta al desarrollo de tu trabajo y pronto se darán cuenta de tu negatividad.
  • El pesimismo daña tus relaciones. Si siempre piensas y comunicas lo peor, te convertirás en un ser tóxico para quienes están a tu alrededor y esto puede hacer que pasen de ti.
  • El pesimismo te enferma. Pensar que enfermarás aumenta tus posibilidades de hacerlo. El pensamiento negativo puede conducir a sufrir ataques al corazón y otros problemas de salud graves.

CAUSAS DE LA NEGATIVIDAD CRÓNICA 

Estrés, falta de tiempo, de energía, de salud o de dinero detonan con frecuencia un comportamiento negadicto. Según Cherie Carter-Scott, la negatividad se puede reforzar por varias causas:
  • Psicológica: cuando hay una necesidad de atención y ésta no se consigue desde un enfoque positivo, el negativo se convierte en la única opción.
  • Emocional: cuando las personas no pueden emocionarse de cualquier otro modo, el drama les permite ser las estrellas de su propia película.
  • Fisiológica: los ataques negativos liberan péptidos opiáceos que, en el cuerpo, atacan al sistema inmune.
Si se dan estas tres circunstancias, la persona se queda bloqueada en un patrón. De esta manera, una persona inteligente, capaz y con talento se convierte en negadicto.



CARACTERÍSTICAS DE UN NEGADICTO

  1. Usan términos negativos para describir situaciones neutrales o positivas.
  2. Se preocupan constantemente por problemas presentes, pasados y futuros.
  3. Se quejan, hablan constantemente de lo mal que les ha ido.
  4. Prefieren lamentarse en vez de cambiar su situación.
  5. Dejan que los demás se aprovechen de ellos para justificar su resentimiento.
  6. Tienen en la mente toda una lista de rencores.
  7. Se sienten atraídos hacia gente negativa y situaciones disfuncionales.

QUÉ HACER

  • A la gente no le importa tanto lo que haces o dices. Cuando te encuentres atrapado en una espiral de pensamientos negativos recuerda que cada uno tiene sus propias preocupaciones y no dedican tiempo a preocuparse por ti. Esto te ayudará a dejar de autolimitarte.
  • Relativiza y cuestiona tus pensamientos y pregúntate si tienen base real antes de que crezcan en tu mente. Es probable que la respuesta sea no. Hacerte esta pregunta te ayudará a darte cuenta de dónde viene el pensamiento negativo y sabrás por qué te sientes así, evitando que la negatividad se expanda al resto de las cosas. 
  • Habla y comunica tus preocupaciones para hacerlas más pequeñas. Otras personas te pueden aportar una nueva perspectiva que te ayude a relativizar o solucionar la situación.
  • Vive el presente, medita, intenta no recurrir continuamente a los pensamientos negativos acerca del pasado o el futuro.
  • Escribe tus metas. Plasma en papel lo que te apasiona y los aspectos positivos de tu vida para recordar todo aquello por lo que debes estar agradecido y por lo que quieres luchar.
  • Haz ejercicio de forma regular. Un entrenamiento de 20-30 minutos te ayuda a liberar estrés y tensiones y a alejarte de las preocupaciones y sentirte fuerte.
  • Ante una situación negativa pregúntate: ¿Qué hay de bueno en esta situación? ¿De qué manera me apoyaría una persona importante para mi? ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Qué puedo hacer la próxima vez para tener un resultado mejor?
  • Agradece lo que tienes. Es muy fácil que la negatividad empañe las cosas buenas de nuestro día a día. Dedica un minuto por la mañana o por la noche y presta atención a estas cosas.
  • Escucha música, pasa tiempo con la gente a la que quieres y ríe mucho.








LAS FOBIAS DEL COVID-19

"Estrés, ansiedad, depresión e insommio han sido las principales consecuencias del confinamiento" Agorafobia . Esta fobia se refie...