sábado, 28 de marzo de 2020

EPIDEMIA EMOCIONAL DEL COVID-19

"Lo más contagioso para la humanidad no son los virus, son las emociones"

Lo que contribuye a la mayor gravedad de esta epidemia y la convierte en una crisis social es la repercusión emocional. Al fin y al cabo, todos somos víctimas, incluso quienes no han contraído la enfermedad. El COVID-19 es una epidemia emocional que trae consigo consecuencias psicológicas y sociales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya había subrayado el fuerte impacto psicológico que iba a provocar el virus.

El aislamiento, la distancia física, el cierre de colegios y lugares de trabajo, etc son desafíos mentales que nos hacen sentir estrés, ansiedad, miedo y soledad. 

¿Cuáles son las emociones predominantes? El miedo (incluso pánico), ira (hacia políticos, sanitarios, entre ciudadanos...), solidaridad, tristeza, deseo (tras cada catástrofe se producen nacimientos 9 meses después), indagación (conocimiento) y alegría (podemos verlo en los muchos vídeos de humor que se comparten estos días).


CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DE UN ENCIERRO DE MÁS DE 10 DÍAS

  • Estrés. La cuarentena es fundamental, pero a partir de los 10 días la salud mental se resiente. A partir de ese momento aparecen el estrés, el nerviosismo y la ansiedad.
  • Miedo irracional a la infección. Cuando una epidemia o pandemia se alarga, la mente humana tiende a desarrollar miedos irracionales. No importa si disponemos de información fiable o que sigamos las medidas de seguridad. Poco a poco desarrollamos más miedos, cada vez más infundados. En caso de dudar de las fuentes de información pensando que son poco o nada fiables, aparecerán más miedos.
  • Aburrimiento y frustración. Pocas interacciones sociales (o ninguna), silencio en las calles, confinamiento en el hogar... hacen que aparezca el aburrimiento, que podremos combatir en los primeros momentos, pero según pasan los día y crece la incertidumbre, surge la frustración. No poder mantener el ritmo de vida que teníamos ni tener libertad de movimientos, hace que esas emociones se vuelvan más complejas y surjan los problemas.
  • Sensación de falta de bienes básicos y pánico. Las compras compulsivas se deben a que, ante una situación de epidemia o pandemia, la mente actúa por impulsos. En la base de la pirámide de Maslow están las necesidades básicas, es decir, abastecernos de alimentos y bienes básicos que nos ayuden a sentirnos bien. Nuestra mente cree que va a haber escasez de bienes básicos y nos dice que debemos conseguirlos.
  • Desconfianza. Ya no somos capaces de fiarnos de la información que recibimos de instituciones sanitarias, políticos, científicos... La mente humana, llegados a este punto, desconecta y desconfía. Esto es debido a la falta de coordinación de los miembros del gobierno, la sanidad... Incluso internet, redes sociales, etc ayudan a aumentar la desconfianza publicando bulos, mentiras y teorías de la conspiración.
  • Los trastornos psicológicos pueden empeorar. Las personas más sensibles, con fobias, depresión, ansiedad generalizada, trastornos obsesivos-compulsivos, pueden sufrir mucho más en este contexto. Estas personas necesitan mucho apoyo para sobrellevar estos días de soledad.
  • El pensamiento negativo. Debemos evitar el pensamiento catastrofista, el que anticipa lo peor, ya que lejos de ayudar, complicará nuestra realidad y dejará salir lo peor de nosotros mismos. 
En conclusión, cuidemos de nuestra salud y sigamos las medidas de prevención sin olvidarnos de nuestra salud psicológica. Si nos ayudamos entre todos, superaremos con éxito esta situación




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