lunes, 14 de enero de 2019

LA IRA

"No permitas que la ira tome las riendas de tu vida"

La ira y su versión más extrema, la violencia, conviven en nuestro día a día entre el rechazo y la atracción a la vez. Repudiamos la agresividad, pero asistimos a espectáculos donde los asesinatos y la violencia forman parte del entretenimiento. La agresividad suscita la admiración en unos y el rechazo en otros.

El enfado, como todas las emociones, tiene una función positiva: sirve para defender la integridad física y psíquica ante lo que percibimos como una amenaza. La rabia nos ayuda a autoafirmarnos y a protegernos contra los obstáculos que se oponen a la realización de uno mismo y en los niños sirve para superar la dependencia infantil.

El hecho de expresarse y tener un espacio de identidad personal en familia, escuela y sociedad, disminuye la ira y favorece la educación para la paz siempre y cuando aprendan a tener empatía y a respetar el espacio de los demás.

La ira se activa cuando se siente frustración porque la realidad no se desarrolla como uno desearía. Está también asociada a la impaciencia, cuando el ritmo de los demás y el propio no van en sintonía. Es una emoción moral porque se dispara ante la sensación de injusticia contra uno mismo o contra el prójimo. Se desata cuando alguien atenta contra nuestros valores, libertad o integridad.

Esta emoción tiene un fin egoísta cuando se utiliza para conseguir algo que se desea. Surge con rapidez, produce mucha energía e impide pensar en otra cosa, impulsa a actuar. Afortunadamente se puede canalizar y, bien utilizada, permite emprender planes de acción o defensa.


EMOCIONES ASOCIADAS A LA IRA

  • Hostilidad: implica resentimiento cuando los demás no se comportan como deberían. Se muestra como una actitud airada mantenida en el tiempo, una rabia para ir en busca de una persona sobre la que descargar la ira.
  • Desprecio: se considera al otro como inferior.
  • Odio: presupone que el otro es malo y merece un castigo.
  • Culpa: cuando uno proyecta el rechazo hacia sí mismo y cree que no se comporta como debería.
  • Envidia: se desea lo que el otro tiene y esa sensación de carencia produce irritabilidad.
  • Indignación: hostilidad por el bien inmerecido de alguien o por las injusticias que otros han cometido.
  • Agresividad: tendencia a mostrar conductas de ira y confrontación.
  • Frustración: cuando expectativas y realidad no coinciden.

PARA QUÉ SIRVE

  1. Defiende y protege. Nos avisa de la aparición de una amenaza con riesgo de ataque o abuso físico y psicológico en nuestra zona de seguridad. Impulsa a protegerse.
  2. Ayuda a crecer. Nos reta a nosotros mismos para ver hasta donde podemos llegar.
  3. Genera poder. Aporta una gran cantidad de energía y puede ser muy duradera. Nos sirve para dirigirnos hacia tareas que consideramos importantes. 
  4. Forma parte del proceso del duelo. Significa que la persona empieza a aceptar la pérdida y se rebela ante la situación dolorosa.
  5. Pone límites. Regula nuestras interacciones. Avisa o provoca una corrección en la conducta del adversario.
  6. Ayuda a buscar nuevos planes. Como reacción a la frustración, aceptamos que el plan o la meta han resultado infructuosos y nos anima a buscar nuevos proyectos para que disminuya el malestar.
  7. Elimina obstáculos. En este punto hay que destacar que no debemos dejar que la ira tome las riendas de nuestras vidas.

QUÉ NOS ENFADA

  • La intimidación o presión de otros
  • Situaciones novedosas o inesperadas. Cuanto más importante es el suceso, mayor será la respuesta de enfado.
  • Situaciones frustrantes. Nos enfadamos por la dificultad de alcanzar una meta.
  • Que los demás transgredan las normas.
  • Frustración de expectativas.
  • Situaciones estresantes.
  • Buscar la peor versión del otro, viendo solo sus puntos negativos.
  • Patrones de personalidad. Hay cuatro: personalidad tipo A (impacientes, competitivos, ansiosos, propensos a sufrir ataques cardíacos y ataques de ira), carácter extrovertido (experimentan más ira porque se activan más que los introvertidos), inestabilidad emocional (sienten con más frecuencia e intensidad todos los acontecimientos, incluidos los que activan la ira) y narcisismo (tienen tan buena imagen de sí mismos que no admiten ser cuestionados por nadie, manifestando su ira de manera abierta y hostil).
  • Contexto sociocultural. Cada cultura tiene su forma de expresar la ira

LA IRA PATOLÓGICA

La ira es peligrosa porque anula los pensamientos y la reflexión, genera una gran energía y nos impulsa a buscar la acción inmediata.

Las personas con personalidad tipo A tienden a desarrollar enfermedades coronarias porque a menudo utilizan la ira y la hostilidad, lo que lleva a una activación fisiológica dañina del sistema cardíaco. La ira se dirige sobre todo hacia el interior de uno mismo y da lugar a la hipertensión.

La ira es en muchos casos la base de los TDA (Trastornos del estado de ánimo), estrés postraumático, trastorno explosivo, esquizofrenia paranoide, trastorno bipolar o psicosis maníaco-depresiva. También se observan rasgos asociados a la ira en alteraciones de la personalidad como el trastorno sádico, el trastorno límite de la personalidad, el narcisista o el antisocial.



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