"Temer ser juzgados negativamente por los demás equivale a quererles satisfacer"
Contentarnos a nosotros mismos es un derecho nuestro. Si haciéndolo conseguimos agradar a los demás, está bien. Lo importante es no vivir en función al gusto de otros. Existen personas que construyen su vida en función del gusto y juicio de los demas y están constántemente preguntándose "¿Qué dirían de mi si...?", "¿Qué pensarían de mi si...?", "Si hago esto me juzgarán...", etc.
El que gasta su tiempo en preocuparse por lo que pensarán los demás renuncia a su vida para satisfacer el juicio de los demás. Estas ocasiones desperdiciadas no se volverán a presentar. Satisfacer a otros constantemente nos lleva a modificar nuestro comportamiento, genera ansiedad y nos convierte en esclavos del juicio de los demás. Esto es típico de las personas pasivas, que cuando hablan buscan signos de aprobación en su interlocutor y temen decir cosas que no gustan. Estar en alerta continua genera ansiedad. Su creencia es: "Todos tienen derecho a juzgarme. Yo solo debo sufrir y adaptarme".
La dependencia del juicio de los demás conlleva disfunciones sociales:
- Dificultad para hacer solicitudes propias.
- Dificultad para rechazar las solicitudes de los demás.
- Estrés de adaptación a las exigencias de los demás.
- Vivir en función de los demás.
- Incapacidad para gestionar grupos.
HACER SOLICITUDES
Hacer solicitudes es un derecho, así como también rechazarlas. Hay personas que sienten dificultades para hacerlo y esperan que los demás lo entiendan por sí solos. Detrás de esta incapacidad está la preocupación por su juicio.
Construir castillos mentales con los "si" y los "a lo mejor" no nos ayudará a conocer las respuestas a nuestras preguntas. El único modo de saber cómo son las cosas es hacer nuestra solicitud de una manera correcta.
RECHAZAR SOLICITUDES
El miedo de rechazar una solicitud, de negar un favor, se debe al miedo de ser juzgados negativamente. El "si" de estas personas podría querer decir "no" por el miedo a ser juzgados mal. Unos intentarán desentenderse del compromiso adquirido esperando que el otro lo entienda. Otros mantendrán el compromiso adquirido aunque les cause dolor y malestar. Para ellos la idea de quedar mal o de ser juzgados mal es más fuerte que la de actuar contra su propia voluntad, ya que la voluntad de los demás está antes que la propia. Esto se sustenta en:
- Dependencia de los otros: necesidad de aprobación de los demás.
- Miedo a la crítica: imagen negativa de sí mismo y dependencia del juicio de los demás.
ESTRÉS DE ADAPTACIÓN A LAS EXIGENCIAS DE LOS DEMÁS
El hecho de tener que modificar constantemente el comportamiento propio para ir al encuentro de las exigencias de los demás es muy estresante. Cada vez que se pronuncia la opinión propia, se pregunta si se ha equivocado e intenta entender las señales no verbales del otro para entender si está de acuerdo con lo que ha dicho. Esta atención constante genera ansiedad.
Cuando una relación es demasido pesada para soportala, el pasivo deja decaer la amistad, encuentra excusas para no encontrarse con el otro. Hubiera sido más fácil decir "no", "no me gusta", "no estoy de acuerdo" y la relación podría haber continuado. Pero el pasivo dice "si" de mala gana, esperando que el otro lo entienda por sí solo.
VIVIR EN FUNCIÓN DE LOS DEMÁS
La dependencia del juicio de los demás puede impulsar a construir y conducir la propia vida en función de los demás. El condicionamiento ambiental juega un papel fundamental en la formación de la imagen social ideal que se quiere alcanzar. Hay muchos padres que quieren ver a toda costa a sus hijos convertidos en abogados, doctores..., y otros tantos hijos que, con tal de agradar a sus padres, empiezan carreras para las que no están motivados y con cuyos roles no se identifican. La carrera al estatus social lleva a las personas a competir entre ellos por quien tiene el coche más lujoso, la mujer más guapa, los vestidos a la última moda. Esto no siempre es un concepto equivocado, siempre y cuando se haga por sí mismo, porque siente placer al hacerlo.
El constante sentido de competición con los demás genera ansiedad y nos lleva a compararnos con los que nos rodean y a poner en duda constantemente nuestra propia imagen, nuestra persona: "¿Seré aceptado?", "¿Estaré a la altura?", "¿Destacaré?". La verdadera pregunta que debemos hacernos es: "¿Soy yo mismo?".
INCAPACIDAD PARA GESTIONAR GRUPOS
Cuando una persona llega a compromisos constantes consigo mismo para complacer a un amigo, termina por desarrollar tantas personalidades y roles sociales como amigos tiene. Conseguirá gestionar la situación siempre que interactúe con ellos uno a uno. Pero cuando tiene que interactuar con más de un amigo a la vez, la ansiedad y la incapacidad para gestionar situaciones complejas se dispararán automáticamente. Cada amigo esperará que se comporte conforme al rol por el cual le conoce, pero en grupo es imposible agradar a todos al mismo tiempo. Por esta razón, los pasivos se sienten desplazados en grupo y tienden a cerrarse en sí mismos. Tanto en la amistad como en el ámbito del trabajo, la dinámica no cambia.
Renunciar a sentirse libres de expresarse entre sus propios amigos es un alto precio a pagar. El asertivo, al no depender del juicio de los demás, construye relaciones diferentes con cada persona sin comprometerse a agradar al otro.
LOS VALORES
Es importante tener valores en los que creer, ya que nos orientarán hacia la auto-realización. Es un derecho tener nuestro propio universo de valores siempre y cuando no los declaremos valores universales. No debemos olvidar que nuestros valores son "nuestros" y no necesariamente de los demás. Es justo que cada uno tenga valores propios a través de los cuales orientar su vida.
LOS VALORES ABSOLUTOS
Cuando comenzamos a creer que nuestros valores son "universales" se hace difícil aceptar otros puntos de vista. Cuanto más importantes son para nosotros estos valores, más nos afianzamos en nuestras posiciones y, en este punto, los valores se convierten en "absolutos". Los valores absolutos son un terreno fértil para los prejuicios. El que viola estos valores es etiquetado como "diferente".
LA AGRESIVIDAD IDEOLÓGICA
A veces agredimos a una persona que no nos ha agredido y que no ha violado nuestra libertad porque creemos que ha violado nuestros valores.
Cuando alguien se comporta de manera contraria a nuestros valores absolutos, podemos sentir malestar, sentirnos indirectamente atacados y llamados a defender nuestros valores, nuestros ideales. Por consiguiente, atacamos al "transgresor" y nos sentimos aliviados.
La dinámica de la agresividad ideológica es la siguiente:
- Comportamiento de los demás.
- Percepción de violación de los propios valores.
- Respuesta agresiva
Los valores son interiores, nadie te los puede llevar. Es nuestro derecho tener nuestros propios valores, pero no es nuestro derecho agredir a quien no nos agrede directamente. Si conseguimos entender esto no sentiremos malestar cuando alguien se comporta de manera incompatible con nuestros valores. No sientiendo malestar y aversión conseguimos emitir comportamientos no agresivos y expresar nuestra opinión de manera asertiva. Lo importante es no sentirse mal.
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