"Una persona puede transformar su futuro cambiando su actitud"
El triángulo dramático de Karpman fue descrito por primera vez en 1968. Es un modelo de interpretación que surgió en el marco de la psicoterapia denominada Análisis transaccional. Presenta un esquema de las interacciones humanas destructivas que tienen lugar cuando dos o más personas están en conflicto.
En la actualidad tiene una aplicación principalmente terapéutica porque los pacientes suelen ser muy receptivos a él, lo que facilita la toma de conciencia y el compromiso con el cambio.
El triángulo dramático se plantea la existencia de tres roles básicos que son asumidos por el "yo interno" cuando surge un conflicto. Estos roles, a su vez, dan lugar a "transacciones comunicacionales" o a "comunicaciones erróneas". A estas transacciones se las denomina "juegos psicológicos".
Los tres roles que componen el triángulo son:
- Perseguidor o acusador. Corresponde a quienes se sienten con derecho o capacidad para juzgar a los demás. Los calibran, los miden y con frecuencia les asignan su concepción de justicia absoluta. Suelen mostrar una actitud de mal humor constante.
- Víctima. Corresponde a quien adopta una actitud de temor y pasividad frente a lo que le rodea. Siente que los demás lo tratan mal y que no lo merece, pero no hace nada para salir de esa situación.
- Salvador. Se comporta como si su deber fuera ayudar a los demás aunque no se lo pidan. Quiere hacerse necesario para los demás y fomentar la dependencia. No suele resolver sus propios problemas.
Para que el triángulo de Karpman se forme es necesario que los tres roles estén presentes, aunque suele presentarse un intercambio de roles entre quienes establecen este tipo de vínculos.
Los vínculos que se generan en el interior del triángulo dan lugar a una forma de comunicación: los juegos psicológicos. Estos intercambios comunicativos falson pretenden instalar uno de los roles dramáticos o eliminarlo.
De estos juegos se desprenden muchas veces los cambios de rol. Lo habitual es que el salvador, cansado de defender a la víctima, se convierta en algún momento en su perseguidor. También es posible que la víctima sienta, en un determinado momento, que tiene derecho a transformarse en perseguidora de su perseguidor o de su salvador. El perseguidor, por su parte, se puede convertir en salvador después de un acto de contrición. Los que están atrapados en el triángulo dramático de Karpman no se sienten bien y por eso intentan cambiar la situación, aunque lo único que consiguen es cambiar el rol, así que el esquema básico de relaciones se mantiene intacto.
Lo más curioso es que quienes están involucrados en este triángulo no logran verse como víctimas, perseguidores o salvadores. Creen que su rol es lógico y que obedece a razones de peso. Solamente ven una parte de la situación. La víctima solo ve que recibe malos tratos, el perseguidor capta solo los errores y fallos de los demás y el salvador se escuda detrás de sus buenas intenciones. Lo que cada uno de ellos necesita es desarrollar alguna competencia y/o habilidad:
- El perseguidor tendrá que esforzarse por ser más asertivo y reconocer sus propias necesidades y deseos, negarse a satisfacer los deseos de los demás y las necesidades que no sean suyas y renunciar a castigar a otros.
- La víctima tendrá que trabajar más su autonomía, no solamente para ver el daño que le hacen sino para evaluar de manera crítica su respuesta frente a ellos. Tiene que tomar consciencia de su vulnerabilidad y no utilizarla como pretexto, sino como punto de partida para trabajar en sí mismo.
- El salvador necesita ser más empático. Debe aprender a escuchar más al otro y renunciar a hacerse cargo de problemas que no son de su competencia.
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