martes, 25 de septiembre de 2018

DEPRESIÓN MAYOR

“Sonríes pero no eres feliz. Lloras pero no hay lágrimas. Mueres pero sigues respirando”


La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por la aparición de uno o varios episodios depresivos con un mínimo de dos semanas de duración y que presenta un conjunto de síntomas de predominio afectivo, aunque también pueden estar presentes síntomas de tipo cognitivo, volitivo (de voluntad) y somático. Las personas con depresión mayor tienden a mostrar una falta de iniciativa extrema para hacer cualquier cosa y anhedonia, que es la incapacidad para estar alegres y sentir placer. Experimentan otros problemas tanto físicos como psicológicos que dañan significativamente su calidad de vida.

La depresión mayor también afecta a la forma de pensar y razonar. La falta total o parcial de motivación hace que las personas que han entrado en una crisis depresiva parezcan ausentes y no tengan ganas de hacer nada y no quieran pensar.

El cuadro depresivo mayor se puede dividir en leve, moderado o grave. Suele tener su inicio en la adolescencia o en la adultez joven. Quien la padece puede experimentar fases de estado de ánimo normal entre las fases depresivas que pueden durar meses o años. Si el paciente no recibe tratamiento puede tener problemas muy serios.


SÍNTOMAS

Se deben presentar cinco (o más) de los siguientes síntomas durante el periodo depresivo, que durará al menos dos semanas. Estos síntomas deben representar un cambio respecto a la actividad previa. Uno de los síntomas debe ser el 1 o el 2:
  1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días
  2. Pérdida de interés en las actividades que antes eran gratificantes
  3. Pérdida o aumento de peso
  4. Insomnio o hipersomnia
  5. Baja autoestima
  6. Problemas de concentración y problemas para tomar decisiones
  7. Sentimientos de culpabilidad
  8. Pensamientos suicidas
  9. Agitación o retraso psicomotores casi todos los días
  10. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días
Los síntomas han de causar malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o en otras áreas importantes de funcionamiento. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica. 


TIPOS

  • Depresión mayor con episodio único: solamente existe un sólo acontecimiento depresivo en la vida del paciente.
  • Depresión mayor recidivante: Los síntomas depresivos aparecen en dos o más episodios en la vida del paciente. La separación entre episodios depresivos debe ser de al menos 2 meses sin presentar los síntomas.

CAUSAS

Es un fenómeno multifactorial: factores genéticos, vivencias de la infancia y adversidades psicosociales actuales, como son el contexto social y los aspectos de la personalidad. Además, las dificultades en las relaciones sociales, las disfunciones cognitivas o el estatus socio-económico podrían ser factores de riesgo para el desarrollo de este trastorno. La interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales favorece la aparición de la depresión mayor.

También se relaciona la depresión mayor con un déficit de dopamina en el sistema de resompensa del cerebro, que hace que la persona no tenga objetivos. Esto puede desencadenar un estilo de vida sedentario y monótono y graves problemas de autoestima.

Actualmente las teorías de corte psicológico son las más respaldadas. La más conocida es la de Aaron Beck: tras la pérdida del reforzador (consecuencia positiva de la conducta) y la posterior emoción natural de tristeza, aparecería una serie de errores cognitivos (fallos al procesar la información del exterior) que son los encargados de que aparezca el trastorno y de que se mantenga en el tiempo. La persona deprimida no es capaz de ser objetiva cuando percibe la información que le rodea y por lo tanto distorsiona la realidad de forma negativa. Algunas de las distorsiones más frecuentes son la magnificación y exageración de los hechos negativos, la minimización de los hechos positivos y la sobregeneralización o pensar que siempre será así y que nada cambiará.

Este proceso cognitivo distorsionado conduciría a los síntomas afectivos (tristeza profunda, inapetencia, sentimiento de vacío...) y a los conductuales (inhibición, dejadez...). Estos síntomas reforzarían los pensamientos negativos haciendo que se consoliden y mantengan el trastorno. Beck no descarta que en este procesamiento se hallen implicados factores genéticos, personales, hormonales, etc.



TRATAMIENTOS

La depresión mayor, a pesar de ser una patología seria, es tratable. Las opciones de tratamiento varían dependiendo de la gravedad de los síntomas. En los casos más graves el tratamiento más apropiado suele ser la psicoterapia combinada con psicofármacos

En los últimos años ha demostrado su eficacia la Terapia Electroconvulsiva (TEC), que se utiliza cuando la sintomatología es muy severa o cuando los psicofármacos no dan resultado. Esta terapia no es comparable al electroshock de hace años, ya que la intensidad de las descargas es mucho menor.

Los psicofármacos más empleados son los Inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS). Se usan con más frecuencia porque tienen menos efectos secundarios que los antidepresivos tricíclicos o los Inhibidores de la Monoaminaoxidasa (IMAOS). Con los fármacos se pretende impedir que la serotonina sea reabsorvida rápidamente y no se pierda tan rápido su efecto en el cerebro cuando es liberada en el pequeño espacio que existe entre neuronas. El fármaco actúa como un primer impulso que haría que el paciente se sienta más animado para emprender acciones.

Dentro de los tratamientos psicológicos, los más eficaces son los cognitivo-conductuales. La terapia está enfocada en modificar la manera de pensar del paciente proporcionándole las herramientas para identificar y modificar dichos sesgos. Si cambia su forma de pensar empezará a llevar a cabo las actividades que ha ido dejando de lado y que antes le producían placer, así como a incorporar otras nuevas que le resulten agradables. Esta terapia emplea técnicas que pretenden tener un efecto positivo sobre la baja autoestima, los estilos negativos de resolución de problemas o la manera de pensar y evaluar los acontencimientos que ocurren alrededor del paciente. Algunas de las técnicas más habituales son:
  • Autoobservación: hojas de registro o establecimiento de metas realistas.
  • Reestructuración cognitiva: para que tome conciencia de sus propias emociones o pensamientos y para que pueda detectar pensamientos irracionales y sustituirlos por ideas o creencias más adaptativas. Entre los programas más conocidos para tratar la depresión están el de Aaron Beck o el de Albert Ellis.
  • Experimentos conductuales, para que se dé cuenta de que algunos de sus pensamientos están distorsionados. El terapeuta propondrá al paciente que realice una actividad o acción. Este debe escribir qué cree que va a ocurrir y una vez realizado, en la siguiente sesión, terapeuta y paciente analizarán qué es lo que ha pasado realmente. 
  • Imaginación racional emotiva: verse a uno mismo realizando una actividad y modificando sus emociones en imaginación.
  • Plan semanal: incluirá tareas de dominio (que ayudarán a que se sienta competente y no se vea como un fracasado o inútil) y de agrado (las que implican ocio y placer). Suele ocurrir que nos diga que no está motivado o que no tiene ganas y pondrá excusas para no llevar a cabo esas tareas. Esa actitud y esas excusas forman parte del trastorno y hay que hacerles ver que tiene que luchar contra esa inercia.
  • Desarrollo de habilidades de resolución de problemas, entrenamiento en habilidades sociales y entrenamiento asertivo.
  • Terapia cognitiva basada en mindfulness o MBCT (Mindfulness-based cognitive therapy): centrarse en el aquí y el ahora sin dejar que la atención se desplace y aceptando de forma plena la realidad circundante.


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